sábado, 11 de octubre de 2014

Parque Saavedra


Hay un encanto invisible, algo que huele a música y barrio, sobre todo a barrio. Atmósfera de tango y candombe, de Polaco Goyeneche y gargantas con arena, músicas rioplatenses que danzan entre las copas de los árboles, yendo y viniendo según sople el viento. Hay verde, mucho verde. Jóvenes, niños y familias enteras andando en patines o bicicletas. Parejas besándose apasionadamente, atletas corriendo y corriendo y rondas de adolescentes empuñando guitarras, violines, flautas o bongoes. Se canta y se ríe. Se goza la tarde. Acróbatas agudizan sus sentidos, tratando de equilibrar mente y cuerpo para llegar al extremo opuesto de la cinta, que se tensa entre dos árboles. Los perros juegan, saltan, discuten, se pisan y huelen, mientras sus dueños disfrutan del sol. Hay mate, cerveza y fernet. Y marihuana también. Hay una calesita, una cancha de bochas y mucho césped. Y hay alguien leyendo a Cortázar, mientras piensa en lo lindo que está el Parque Saavedra y por qué no escribir unas líneas sobre lo que sus ojos ven. Hay un encanto invisible, algo que huele a música, literatura y barrio. Sobre todo a barrio. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario